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lunes,09,Dic,24

A soledad en el Olimpo

Por Henry M. Domínguez

En las alturas del poder, un rey que solo escucha su propia voz construye, sin saberlo, la prisión en la que acabará aislado. Como Zeus en su Olimpo, rodeado de consejeros y divinidades que alguna vez fueron aliados sinceros, se pierde en la cómoda seguridad de pensar que su visión es suficiente. En ese trono de nubes, cada día se silencia un poco más a quienes podrían mostrarle otras verdades. Rodeado de rostros atentos pero callados, Zeus siente que su soledad es poder, cuando en realidad es debilidad disfrazada.

Podría escuchar a Hera, crítica y leal, o a Atenea, la sabia, cuyas palabras siempre miran más allá de lo que su trono le permite ver. Sin embargo, convencido de que su fuerza lo hace infalible, va dejando atrás sus voces. Aquellos que fueron aliados se transforman en observadores silenciosos, testigos de un monarca atrapado en su propia idea de poder. Poco a poco, quienes antes le ayudaban a ampliar su visión, encuentran más prudente callar. Y así, en su intento de rodearse solo de su propia verdad, Zeus se va convirtiendo en una pieza más en el juego de los “aliados” que lo rodean, quienes lo manipulan para sus propios fines. Su poder, que alguna vez fue absoluto, ahora sirve a los intereses de aquellos que ven su ceguera como una oportunidad.

Este mismo patrón se ha repetido en el mundo empresarial. Los líderes de BlackBerry, alguna vez símbolo indiscutible de innovación tecnológica, fueron los Zeus de su industria. Convencidos de que su enfoque era el único válido, construyeron una versión estática de su mercado. Cuando surgieron nuevas tendencias y teléfonos sin teclados físicos comenzaron a atraer la atención del público, las advertencias de quienes entendían esta evolución se volvieron insignificantes. Los directivos de BlackBerry, como el rey de los dioses, permanecieron en su torre de autosuficiencia, convencidos de que su éxito era intocable.

Mientras los gigantes emergentes, como Apple y Samsung, adaptaban sus estrategias, los líderes de BlackBerry se mantuvieron firmes en una visión que ya no respondía a la realidad. Así, lo que alguna vez fue la cúspide del éxito se convirtió en una advertencia de cómo el poder, cuando se cierra a otras voces, se convierte en fragilidad. Pasaron de ser líderes a leyendas caídas, una muestra de lo que sucede cuando la autosuficiencia se convierte en el único consejero. Como Zeus, quedaron atrapados en su propia historia, convertidos en piezas de un tablero que otros, más ágiles y abiertos al cambio, comenzaron a dominar.

Y aunque el final de Zeus no es un evento que cierre su historia de manera definitiva, la mitología está sujeta a los cambios inevitables del tiempo, reflejando que hasta el rey de los dioses tuvo sus momentos de vulnerabilidad.

Zeus y BlackBerry nos enseñan que el poder, cuando se aísla, no se fortalece; se debilita. Un liderazgo que no escucha termina rodeado solo de su propia voz, transformándose en una isla que, sin darse cuenta, va quedándose sin sostén. La fuerza de un líder no está en imponer, sino en saber escuchar. Porque quien solo oye el eco de sus propias ideas se convierte en prisionero de un vacío, en un peón de aquellos que, con inteligencia, entienden el valor de mirar la realidad desde distintos ángulos. En el Olimpo o en el mercado, la soledad y el aislamiento son los grandes enemigos del poder.

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